La Kasbah Ait Ben Haddou es de mis lugares favoritos de Marruecos, tanto que he ido en dos ocasiones. La construcción es increíble, el lugar también. Lo ves y piensas: ¡esto está en medio de la nada! Y quizás es eso lo que también la hace especial.
Está ubicada a 190 km de Marrakech (el traslado en coche lleva unas 4 horas), y fue declarada en 1987 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Pero te estarás preguntando qué es una kasbah, qué es este lugar. Venga, te cuento. Es un antiguo pueblo bereber amurallado. A día de hoy aún viven allí algunas familias, aunque sin duda está totalmente reenfocado al turismo, con tiendas y más tiendas a lo largo de su recorrido, en las que encontrar algún que otro “tesoro”, sobre todo en lo relativo a la pedrería.
Como todas las kasbahs, está construida de adobe, lo que le da ese particular color rojizo tan representativo… y es una auténtica ciudad por dentro, con su propia mezquita, palacio, villa, etc…
Te recomiendo la visita al 100%, porque es que ni el sofocante calor (en mi caso superaba los 50 grados) te impedirá disfrutar de un recorrido único. Subir montañas, recorrer toda la kasbah, buscar refugio en alguna codiciada sombra, entrar en las tiendas y hablar con los dependientes… Todo es una experiencia que, a mi parecer, no deberías perderte.
En cuanto al alojamiento, nosotros llegamos en coche por la noche, fue bastante fácil llegar al lugar utilizando como guía un mapa de carreteras, y el pueblo apenas tiene una calle principal y varias calles anexas, peatonales, en las que también se puede meter el vehículo. A la entrada del pueblo, paramos a preguntar por alojamiento y parecer ser que los hostales estaban llenos. Dejamos el coche y recorrimos a pie el lugar y entramos a cenar en un pintoresco restaurante a los pies de la kasbah. Al preguntar al camarero sobre posibles lugares donde pasar la noche, nos ofreció dormir allí, en el salón del restaurante por 10 euros la noche. Así que nos acondicionaron el salón, con unas improvisadas camas, con colchones sobre el suelo (dormir en los típicos sofás marroquíes pegados a la pared no me gusta, porque suelen ser bastante duros).
Nos despertamos temprano con la idea de aprovechar al máximo el tiempo para ver la kasbah y conocer un poco el pueblo y a sus gentes… y os aseguro que ha sido uno de los despertares más maravillosos que recuerdo. Éstas eran las vistas desde nuestra ventana:
Cada vez que visito Marruecos vuelvo más y más fascinada. Es uno de los países a los que más veces he viajado. Está cerca, es económico, y es muy rico culturalmente y gastronómicamente (qué gusto la cocina marroquí).
Si quieres visitar este antiguo pueblo bereber desde Marrakech, te recomiendo también algunas otras zonas cercanas que me cautivaron, como las cascadas Ouzoud y el Valle de Ourika.
Y todo eso sin olvidar el desierto. Cuando me preguntan si me gustaría volver a Marruecos, siempre digo lo mismo: claro que sí! pero para meterme en el desierto.
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