Visita a la Cueva del Viento

La visita a la Cueva del Viento es una de las recomendaciones que siempre hago a todo el que visita mi isla, Tenerife, porque es algo único y diferente. En pocas ocasiones puede uno adentrarse en el subsuelo para recorrer un tubo volcánico.

Y créeme que merece la pena. Es adentrarse en el mundo de la oscuridad y el silencio. El tubo, de más de 17 kilómetros de longitud, es el quinto tubo volcánico más largo del mundo. Recorre el subsuelo del municipio norteño de Icod de los Vinos, desde las faldas del volcán Teide hasta la costa de San Marcos.

El tramo visitable es de unos 180 metros y el acceso a la cueva se realiza en pequeños grupos de 16 personas, previa petición de cita. Todas las visitas son en horario de mañana y de lunes a sábados.

Centro de visitantes: charla introductoria

La aventura comienza en el Centro de Visitantes. Es muy interesante poder saber un poco más de la historia de este extraordinario recurso natural: cómo se formó la cueva y algunas nociones básicas de vulcanológica.

Traslado a la Cueva del Viento

Terminada la charla informativa, nos preparamos para la visita a la Cueva del Viento. Te darán impermeable, casco y linterna, antes de subir a una minivan para ser trasladados a la entrada de la Cueva, en el tramo llamado Sobrado. Primero, un recorrido por el exterior junto al guía, para familiarizarnos con el entorno, la flora y las formaciones rocosas derivadas de la solidificación de la lava.

La visita a la Cueva del Viento: acentuando los sentidos

Tras entrar en la Cueva y recibir la información pertinente, Alfredo te pide que cierres los ojos. Entonces, el negro lo envuelve todo. Se acentúan el resto de sentidos. Notas el frío en la nariz y las corrientes de aire gélido en la nuca. Escuchas las gotas de agua caer, filtrándose en el subsuelo… y el leve rugido del viento.

Te pierdes en las entrañas de la tierra, te escapas por unos segundos de la civilización y del mundo tal y como lo conoces para sentir en tu piel el poder embriagador de la naturaleza.

¿Lo mejor de la Cueva?

La pasión con la que los guías hacen su trabajo. Alfredo Láinez, uno de los encargados de topografiar este tubo volcánico, consigue transmitir su pasión a los visitantes, haciendo de la visita una experiencia inolvidable. Su concienciación medioambiental es también uno de los puntos fuertes de su exposición. Conocer la cueva de la mano de Alfredo es algo único y especial.

Francisco Mesa, biólogo de formación, no formó parte del equipo de espeleología que topografió la cueva, sin embargo, es otro amante de la naturaleza y el senderismo y forma parte del equipo técnico de la Cueva del Viento desde que se abrió al público en el año 2008.

Para ellos su trabajo es su pasión. Van más allá de un horario y unas funciones. Se han convertido en auténticos defensores y embajadores de este espacio natural, que miman cada día, involucrándose sobremanera en su cuidado y promoción.

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